Autor: Luisa Ciro Moreno
Ver las obras de teatro exclusivamente en escena o escoger leerlas, ha sido parte de una discusión que han mantenido algunos dramaturgos y expertos recientemente. Al respecto, el desaparecido maestro de teatro caleño Enrique Buenaventura dijo alguna vez que el texto literario teatral es literatura pero no es "el teatro”. Sin embargo, el público colombiano solo ha podido plantearse está disyuntiva en los últimos años cuando han aparecido libros con los guiones teatrales más importantes.
Leer teatro
Dos propuestas editoriales han publicado once guiones teatrales en 2017. La primera es de carácter gratuito y es la de Guadalupe años sin cuenta, que empezó a circular el diez de abril, con quince mil ejemplares en más de 200 puntos de la ciudad. La segunda apareció semanas después en la Feria del libro de la mano de la editorial de la Universidad Distrital (UD), con diez guiones teatrales de su Colección Teatro, cada uno a 2 mil pesos.
Antes de Libro al viento y de la Colección teatro de la UD, el Ministerio de Cultura ya había lanzado en 2013 dos antologías de obras de dramaturgos colombianos, algunos de los cuales también se encuentran en la colección UD con obras diferentes. Estas dos antologías también se pueden descargar de forma gratuita. Por su parte, la editorial Panamericana ha hecho varios homenajes en sus publicaciones al teatro, pero al infantil, destacando el autor Jairo Aníbal Niño.
La discusión entre sí es mejor opción leer o ver teatro la propició en enero, el escritor Javier Marías en su columna de El País de España, quién afirmó que no iba a ver nuevas puestas en escenas de clásicos del teatro porque éste se permite demasiadas “tontunas” contemporáneas, “por lo que prefiere leer a Shakespeare que ir a “verlo”. Por su parte, el dramaturgo también español, Vicente Molina Fox, afirmó que “al igual que la música ambas artes tienen su plena realidad en la performance, pero el guion que permitirá esos logros está escrito, y como tal se transmite”.
Al ver en escena Guadalupe años sin cuenta por ejemplo, los paisajes de los Llanos Orientales que podía imaginar el lector desaparecen, mientras que los corridos llaneros, interpretados con músicos por los actores, son indispensables y emocionan más que al leerlos.
Quienes ya no consigan el libro pueden encontrar su versión digital, que en julio llevaba solo cien descargas, deben saber que estará disponible por años, tal como lo ha sucedido con los textos publicados desde hace 3 años.
Guadalupe al viento
“Esta historia que contamos los invita para que piensen que los tiempos del pasado se parecen al presente”: Guadalupe años sin cuenta.
Libro al Viento busca lectores en espacios no convencionales como parques, transporte público, salas de espera, plazas de mercado, entre otros. La idea es que los lectores suelten el libro después de leerlo y lo dejen circular. Aunque “Guadalupe” fue lanzado en abril de 2017, Fundalectura empezó a realizar lecturas dramatizadas en estos espacios desde noviembre de 2016.
Dos promotoras de lectura, Paula Delgado y Angie Cardozo, han trabajado con el texto en parques, librerías y hasta en Transmilenio, Y como empezaron en época de vacaciones hicieron “segunda temporada”.
En el parque Virrey de Usme, Paula se encontró con un líder social que había estado en la guerrilla de los Llanos. Él motivó a la audiencia a discutir sobre el proceso de paz reciente.
En lugares como el parque La Estancia de Ciudad Bolívar, Angie recreó con su grupo la escena en la que unas lavanderas son interrogadas por soldados que buscan a un guerrillero que ellas conocen.
Cuentan también que a los niños les gustaba jugar a ser actores de la guerra, que otras personas aprovechan para refutar los hechos y que algunos recordaron que la escena que abre la obra ocurrió en la estación de Bomberos de Kennedy, cerca de donde estaban, en el sur de Bogotá.
Los promotores disfrutan más leer obras de teatro que otros géneros, aunque son solo el 3% de los libros del programa, porque les permiten mayor participación de la audiencia. Paula y Angie cuentan que además de leer, les hacen gestos, les avisan de sus errores y cuestionan los malentendidos de las historias.
La Cien años de soledad del teatro
La obra creada por el grupo del teatro La Candelaria en 1975, que es para el reconocido dramaturgo Sandro Romero la “Cien años de soledad del teatro”, no empieza frente a un pelotón de fusilamiento, sino en el juicio por la muerte del guerrillero Guadalupe Salcedo, que ocurrió ya hace más de 60 años.
El jueves festivo 20 de julio a las 7 de la noche, en la casona del Teatro en el barrio La Candelaria, los actores de Tramaluna dirigidos Patricia Ariza, una de las creadoras de “Guadalupe”, presentaron la obra de nuevo. Los que tenían reserva tuvieron que llegar desde las 5 de la tarde para reclamar sus boletas, debido a las largas colas de quienes esperaban verla por primera vez o en otros casos para repetirla y compararla con ocasiones anteriores. La temporada fue un éxito y requirió de la ampliación de sus fechas que iban inicialmente hasta el 22 de julio.
“Guadalupe” ya superó las dos mil funciones y es una de las obras más representativas de su Teatro, que en 2016 cumplió cincuenta años.
La colección Universidad Distrital
Desencuentros, La cabeza del pato, Velada, Corroptour país de mierda, El patio de mi casa, Variaciones sobre metamorfosis, Apesta, Preámbulo para Hamlet y Camargo; son los diez títulos que lanzó la editorial de la Universidad Distrital en la pasada Feria del Libro. Los lectores acceden a estas historias por un costo mucho menor a los de las entradas de las obras, las que además se presentan pocas veces en el año o pocas veces en muchos años.
La Colección se ha sostenido de la mano de su gestor el maestro Epifanio Arévalo, de la Academia Superior de Artes (ASAB), quién insistió y persistió en el proyecto desde 2004, con el primer libro: El purgatorio de Margarita Laverde del profesor de la Facultad, Sandro Romero.
El criterio inicial de escogencia de las obras era el de que sus autores fueran profesores o estudiantes de la ASAB. Poco tiempo después se empezaron a plantear la posibilidad de ampliar e incluyeron una obra de Fabio Rubiano, quién no pertenece a la Facultad. Luego decidieron que la característica indispensable de las obras debía ser que fueran reconocidas o premiadas. Notaron más adelante que les faltaban obras escritas por mujeres y aumentaron su participación. Y ahora el requisito fundamental es que las obras hayan tenido al menos 25 funciones.
Algo que si no ha cambiado es que en los libros de la Colección, es que a modo de homenaje, se encuentran los nombres de los dramaturgos y del grupo que presentó la obra por primera vez.
Este año el libro que más han vendido es Corruptour país de mierda de Verónica Ochoa, autora paisa, quién empezó a presentar la obra en 2015 en un viaje en “chiva” por lugares que recuerdan la vida y el asesinato del humorista político Jaime Garzón. Su parada final era en el mural de la calle 26, que hasta 2016 decía “País de mierda”. En 2017 no se ha presentado Corruptour pero si lo hicieran, se encontrarían en el mural con uno de los personajes de Garzón, Dioselina la cocinera del palacio presidencial, que dice “la paz se cocina a fuego lento”.
Los lectores de la Colección ya habían demostrado su preferencia por los guiones que tratan temas relacionados con el conflicto y la violencia en Colombia. Por eso, uno de los más vendidos en sus más de diez años ha sido Si el río hablará, una historia de masacres y desaparición forzada, del Teatro La Candelaria.
Otro dramaturgo paisa y uno de los más jóvenes de la Colección y de la segunda antología del Ministerio de Cultura, es Jorge Hugo Marín, quién en 2013 participó con su trilogía Sobre algunos asuntos de familia. Marín ha aprovechado los ejemplares de sus libros llevándolos a los viajes donde presenta sus obras y ofreciéndolos en La maldita Vanidad, el teatro que dirige. Aunque autores ganan poco con la venta de los libros de esta colección, solo el 10% de regalías, él se ha promocionado con ellos.
La Colección Teatro UD tiene pocos ejemplares de sus antiguas ediciones para la venta. Al mismo Jorge Hugo Marín, después de vender 300 de su trilogía, en más de 25 ciudades de Europa y América, le ha resultado difícil conseguir más des sus libros para seguir ofreciéndolos a los grupos extranjeros que lo visitan.
Se lee, se ve, se escucha
Este año el Oscar a la mejor película en lengua extranjera fue para The Salesman (el vendedor) que en Colombia se vio como El cliente, una adaptación iraní de la obra de teatro La muerte de un vendedor de Arthur Miller, que debe haber sido leída por muchos más de los que la han visto en escena.
El teatro mismo ha adaptado muchos clásicos de la literatura, no escritos originalmente para teatro. Y el cine ya debe haber hecho casi todas las obras de Shakespeare, en algunos casos en múltiples versiones.
Pero intentar desde el principio crear para dos formatos diferentes es sumamente difícil. Según el destacado dramaturgo español Ortíz de Gondra, un dramaturgo recibiría el Nobel si escribiera libros y teatro a la vez.
Las artes y sus géneros se intercambian, se complementan, se reemplazan. Sandro Romero hizo un documental sobre el Teatro La Candelaria (para sus amigos que no van a teatro); Fundalectura hace lecturas dramatizadas; Epifanio Arévalo cree que el radioteatro es un juego para la imaginación y las grandes distribuidoras de cine en Colombia presentan las más famosas obras de teatro londinense en sus salas. Y los guiones de teatro colombiano también se leen.